SEBASTIÁN MARSET: LA MENTE MAESTRA DEL NARCOTRÁFICO EN PARAGUAY
Crónicas del Este 26/05/2024 Política
Sergio Secinaro
En el intrincado y oscuro mundo del tráfico internacional de drogas, Sebastián Marset emerge como una figura central en la red criminal que operaba en Paraguay. Documentos de la Fiscalía paraguaya revelan que Marset, junto con Miguel Ángel Insfran Galeano, dirigía una vasta operación de narcotráfico utilizando herramientas de comunicación encriptada y métodos sofisticados para evadir la ley. Este artículo explora en profundidad cómo funcionaba esta red, los mecanismos utilizados para el tráfico de drogas y el blanqueo de capitales, así como las consecuencias de sus actividades delictivas.
Comunicaciones encriptadas y alias secretos
La organización criminal de Marset e Insfran se valía de aplicaciones de mensajería encriptada como SKY ECC, LINE y SIGNAL para coordinar sus actividades ilícitas. Estos sistemas, conocidos por su robusta seguridad y dificultad para ser intervenidos, eran ideales para mantener las comunicaciones seguras y fuera del alcance de las autoridades. Cada miembro de la red tenía asignados pines y alias específicos para mantener su anonimato y proteger su identidad. Marset, por ejemplo, utilizaba alias como OMELET, DOR y FAVO, y se identificaba mediante pines como WXV5F7, MIGWVF y JPIKRN. Esta precaución extrema muestra el nivel de sofisticación y planificación de la organización, que evitaba mencionar nombres reales para no dejar rastro alguno.
La logística del narcotráfico
La logística para el transporte de la droga involucraba una serie de pasos meticulosamente planeados, que iban desde la producción hasta la distribución final. La cocaína, proveniente principalmente de Bolivia, se introducía en Paraguay y se almacenaba en establecimientos rurales con pistas de aterrizaje clandestinas. Estos puntos de almacenamiento permitían a la organización tener un control total sobre el flujo de la droga antes de ser enviada al extranjero.
Posteriormente, la droga se ocultaba dentro de mercancías lícitas, como harina de soja, para su transporte internacional. Estas mercancías eran enviadas a través de puertos fluviales y marítimos, especialmente hacia Europa y África, utilizando empresas pantalla y documentación falsa para evitar la detección. La elección de productos comunes y la meticulosa preparación de los envíos subrayan la capacidad de la organización para operar bajo el radar de las autoridades.
Sistemas de encriptación y seguridad financiera
Marset e Insfran también utilizaban un sistema de identificación de billetes mediante el uso de TOKENs y códigos de seguridad, que facilitaban la transferencia de grandes sumas de dinero sin levantar sospechas. Estos códigos se enviaban electrónicamente a intermediarios encargados de mezclar el dinero ilícito en el sistema financiero global, asegurando que las ganancias se distribuyeran a los miembros de la organización sin dejar rastro.
El uso de sistemas de encriptación y la asignación de alias específicos eran cruciales para mantener la seguridad y el secreto de las operaciones. Miguel Insfran, por ejemplo, utilizaba alias como Macron, Rally y Skoda, y pines como 9QTQT1 y 6OPDXF. Esta estructura de comunicación encriptada y anonimizada garantizaba que incluso si alguna comunicación era interceptada, las autoridades no podrían identificar fácilmente a los miembros de la organización ni rastrear sus actividades.
El mercado y las ganancias
El mercado de la cocaína en Europa y África era extremadamente lucrativo para la organización. La cocaína se vendía en el mercado europeo a precios que oscilaban entre 20,000 y 25,000 dólares por kilogramo, mientras que en África se vendía por alrededor de 12,000 a 14,500 dólares. Las ganancias eran exorbitantes: en un solo envío a África, la organización obtuvo 18,429,500 dólares, mientras que los envíos a Europa generaban cifras astronómicas, como los 433,500,000 dólares estimados de una sola remesa de 17,340 kilogramos de cocaína descubierta.
Estas cifras demuestran no solo el volumen de operaciones de la organización, sino también la alta demanda y rentabilidad del mercado de la cocaína en estas regiones. La capacidad de la organización para manejar y mover cantidades tan grandes de dinero y droga subraya su eficiencia y alcance internacional.
Estructura y coordinación del grupo criminal
La estructura del grupo estaba diseñada para que Marset, desde su posición de liderazgo, coordinara directamente con los proveedores y compradores internacionales. Insfran, por su parte, gestionaba la logística interna, movilizando a su red de confianza para garantizar el transporte seguro de la droga. Esta colaboración estrecha y efectiva permitía a la organización mantener un control férreo sobre todo el proceso, desde la adquisición hasta la distribución de la cocaína.
La distribución de las ganancias ilícitas y el pago a los integrantes de la organización se realizaban únicamente con la autorización de Sebastián Marset. Este control centralizado aseguraba que cada transacción se llevara a cabo de acuerdo con las normas de la organización y que se mantuviera la confidencialidad y la seguridad. Los integrantes que aportaban sus empresas y conocimientos del comercio internacional recibían compensaciones sustanciales, como Luis Sebriano, quien obtenía aproximadamente 500,000 dólares por cada transacción de envío de cocaína.
Estrategias para el blanqueo de capitales
Para justificar su presencia en Paraguay y blanquear las ganancias ilícitas, Marset se presentó como un "empresario de artes y espectáculos", utilizando la empresa ficticia "Mastian Productions" para organizar eventos y conciertos. Esta fachada le permitió insertar las ganancias del narcotráfico en la economía formal sin levantar sospechas. Marset utilizó medios de prensa informales en países como Colombia, Ecuador y Venezuela para difundir esta imagen falsa de empresario legítimo, lo que le permitió operar con una fachada de respetabilidad y desviar la atención de sus actividades ilícitas.
La caída de la red
A pesar de sus esfuerzos por ocultar sus actividades, las autoridades lograron desmantelar gran parte de esta organización, descubriendo envíos de drogas y transacciones financieras que expusieron el alcance de sus operaciones. Entre las cargas descubiertas se encontraba una de 4,174 kilogramos de cocaína oculta en bolsas de harina de soja enviadas por la firma Guaraní Business Import & Export, propiedad de Insfran. Esta operación fue un golpe significativo para la organización y puso de relieve las tácticas sofisticadas que utilizaban para eludir la detección.
Operación "A Ultranza Py"
El operativo "A Ultranza Py" fue fundamental en la desarticulación de esta red criminal. Durante este operativo, las autoridades paraguayas, en colaboración con agencias internacionales, lograron interceptar comunicaciones y seguir el rastro del dinero y la droga, lo que permitió identificar a los principales actores y sus métodos de operación. La interceptación de mensajes de Marset a Insfran reveló detalles críticos sobre las operaciones, los pagos y las rutas de tráfico utilizadas por la organización.
Uno de los mensajes clave intercambiados entre Marset e Insfran el 19 de julio de 2020, menciona ciudades como Rotterdam y Amsterdam, destacando los principales destinos de las cargas de cocaína enviadas por la organización. Estos mensajes proporcionaron a las autoridades la información necesaria para rastrear y interceptar los envíos, así como para identificar las empresas y las personas involucradas en la operación.
La sofisticación de la organización
La sofisticación de la organización criminal de Marset e Insfran es evidente en la forma en que manejaban sus operaciones financieras. Utilizaban múltiples mecanismos para blanquear el dinero, incluyendo la transferencia electrónica de fondos a través de casas de cambio y la utilización de intermediarios financieros. Las ganancias se mezclaban en el sistema financiero mediante depósitos y transferencias, lo que hacía difícil rastrear el origen ilícito del dinero.
El uso de tokens y códigos de seguridad era una técnica avanzada para asegurar que solo los miembros autorizados pudieran acceder a los fondos. Esta estrategia no solo protegía el dinero, sino que también aseguraba que los pagos se realizaran de manera discreta y segura, sin atraer la atención de las autoridades.
Impacto y consecuencias
La desarticulación de la red de Marset e Insfran ha tenido un impacto significativo en el tráfico de drogas en la región. La interceptación de grandes cantidades de cocaína y la exposición de las tácticas utilizadas por la organización han permitido a las autoridades mejorar sus estrategias de lucha contra el narcotráfico. Sin embargo, el caso también destaca la capacidad de adaptación y la resiliencia de las organizaciones criminales, que continúan encontrando nuevas formas de operar y evadir la detección.
La cooperación internacional ha sido crucial en este caso, subrayando la necesidad de esfuerzos coordinados a nivel global para combatir el tráfico de drogas. Las agencias de Paraguay han trabajado estrechamente con sus homólogos en otros países para compartir información y recursos, lo que ha sido esencial para desmantelar esta red compleja y bien organizada.
Conclusión
Sebastián Marset y su socio Miguel Ángel Insfran Galeano representan un ejemplo de la sofisticación y audacia con la que las organizaciones criminales operan en el mundo del narcotráfico. Utilizando tecnología avanzada, una red bien estructurada y estrategias ingeniosas para el blanqueo de capitales, lograron construir un imperio delictivo que, aunque ahora expuesto, deja una marca indeleble en la lucha contra el narcotráfico en Paraguay y más allá.
La historia de Marset es una advertencia sobre los desafíos que enfrentan las autoridades en su lucha contra el crimen organizado. A medida que las organizaciones criminales se vuelven más sofisticadas, la necesidad de innovación y cooperación internacional en las tácticas de aplicación de la ley se vuelve aún más crucial. La lucha contra el narcotráfico es una batalla continua que requiere vigilancia constante, recursos significativos y un compromiso inquebrantable para desmantelar las redes que financian y facilitan el tráfico de drogas a nivel global.

Sergio Secinaro
En el intrincado y oscuro mundo del tráfico internacional de drogas, Sebastián Marset emerge como una figura central en la red criminal que operaba en Paraguay. Documentos de la Fiscalía paraguaya revelan que Marset, junto con Miguel Ángel Insfran Galeano, dirigía una vasta operación de narcotráfico utilizando herramientas de comunicación encriptada y métodos sofisticados para evadir la ley. Este artículo explora en profundidad cómo funcionaba esta red, los mecanismos utilizados para el tráfico de drogas y el blanqueo de capitales, así como las consecuencias de sus actividades delictivas.
Comunicaciones encriptadas y alias secretos
La organización criminal de Marset e Insfran se valía de aplicaciones de mensajería encriptada como SKY ECC, LINE y SIGNAL para coordinar sus actividades ilícitas. Estos sistemas, conocidos por su robusta seguridad y dificultad para ser intervenidos, eran ideales para mantener las comunicaciones seguras y fuera del alcance de las autoridades. Cada miembro de la red tenía asignados pines y alias específicos para mantener su anonimato y proteger su identidad. Marset, por ejemplo, utilizaba alias como OMELET, DOR y FAVO, y se identificaba mediante pines como WXV5F7, MIGWVF y JPIKRN. Esta precaución extrema muestra el nivel de sofisticación y planificación de la organización, que evitaba mencionar nombres reales para no dejar rastro alguno.
La logística del narcotráfico
La logística para el transporte de la droga involucraba una serie de pasos meticulosamente planeados, que iban desde la producción hasta la distribución final. La cocaína, proveniente principalmente de Bolivia, se introducía en Paraguay y se almacenaba en establecimientos rurales con pistas de aterrizaje clandestinas. Estos puntos de almacenamiento permitían a la organización tener un control total sobre el flujo de la droga antes de ser enviada al extranjero. Posteriormente, la droga se ocultaba dentro de mercancías lícitas, como harina de soja, para su transporte internacional. Estas mercancías eran enviadas a través de puertos fluviales y marítimos, especialmente hacia Europa y África, utilizando empresas pantalla y documentación falsa para evitar la detección. La elección de productos comunes y la meticulosa preparación de los envíos subrayan la capacidad de la organización para operar bajo el radar de las autoridades.
Sistemas de encriptación y seguridad financiera
Marset e Insfran también utilizaban un sistema de identificación de billetes mediante el uso de TOKENs y códigos de seguridad, que facilitaban la transferencia de grandes sumas de dinero sin levantar sospechas. Estos códigos se enviaban electrónicamente a intermediarios encargados de mezclar el dinero ilícito en el sistema financiero global, asegurando que las ganancias se distribuyeran a los miembros de la organización sin dejar rastro. El uso de sistemas de encriptación y la asignación de alias específicos eran cruciales para mantener la seguridad y el secreto de las operaciones. Miguel Insfran, por ejemplo, utilizaba alias como Macron, Rally y Skoda, y pines como 9QTQT1 y 6OPDXF. Esta estructura de comunicación encriptada y anonimizada garantizaba que incluso si alguna comunicación era interceptada, las autoridades no podrían identificar fácilmente a los miembros de la organización ni rastrear sus actividades.
El mercado y las ganancias
El mercado de la cocaína en Europa y África era extremadamente lucrativo para la organización. La cocaína se vendía en el mercado europeo a precios que oscilaban entre 20,000 y 25,000 dólares por kilogramo, mientras que en África se vendía por alrededor de 12,000 a 14,500 dólares. Las ganancias eran exorbitantes: en un solo envío a África, la organización obtuvo 18,429,500 dólares, mientras que los envíos a Europa generaban cifras astronómicas, como los 433,500,000 dólares estimados de una sola remesa de 17,340 kilogramos de cocaína descubierta. Estas cifras demuestran no solo el volumen de operaciones de la organización, sino también la alta demanda y rentabilidad del mercado de la cocaína en estas regiones. La capacidad de la organización para manejar y mover cantidades tan grandes de dinero y droga subraya su eficiencia y alcance internacional.
Estructura y coordinación del grupo criminal
La estructura del grupo estaba diseñada para que Marset, desde su posición de liderazgo, coordinara directamente con los proveedores y compradores internacionales. Insfran, por su parte, gestionaba la logística interna, movilizando a su red de confianza para garantizar el transporte seguro de la droga. Esta colaboración estrecha y efectiva permitía a la organización mantener un control férreo sobre todo el proceso, desde la adquisición hasta la distribución de la cocaína. La distribución de las ganancias ilícitas y el pago a los integrantes de la organización se realizaban únicamente con la autorización de Sebastián Marset. Este control centralizado aseguraba que cada transacción se llevara a cabo de acuerdo con las normas de la organización y que se mantuviera la confidencialidad y la seguridad. Los integrantes que aportaban sus empresas y conocimientos del comercio internacional recibían compensaciones sustanciales, como Luis Sebriano, quien obtenía aproximadamente 500,000 dólares por cada transacción de envío de cocaína.
Estrategias para el blanqueo de capitales
Para justificar su presencia en Paraguay y blanquear las ganancias ilícitas, Marset se presentó como un "empresario de artes y espectáculos", utilizando la empresa ficticia "Mastian Productions" para organizar eventos y conciertos. Esta fachada le permitió insertar las ganancias del narcotráfico en la economía formal sin levantar sospechas. Marset utilizó medios de prensa informales en países como Colombia, Ecuador y Venezuela para difundir esta imagen falsa de empresario legítimo, lo que le permitió operar con una fachada de respetabilidad y desviar la atención de sus actividades ilícitas.
La caída de la red
A pesar de sus esfuerzos por ocultar sus actividades, las autoridades lograron desmantelar gran parte de esta organización, descubriendo envíos de drogas y transacciones financieras que expusieron el alcance de sus operaciones. Entre las cargas descubiertas se encontraba una de 4,174 kilogramos de cocaína oculta en bolsas de harina de soja enviadas por la firma Guaraní Business Import & Export, propiedad de Insfran. Esta operación fue un golpe significativo para la organización y puso de relieve las tácticas sofisticadas que utilizaban para eludir la detección.
Operación "A Ultranza Py"
El operativo "A Ultranza Py" fue fundamental en la desarticulación de esta red criminal. Durante este operativo, las autoridades paraguayas, en colaboración con agencias internacionales, lograron interceptar comunicaciones y seguir el rastro del dinero y la droga, lo que permitió identificar a los principales actores y sus métodos de operación. La interceptación de mensajes de Marset a Insfran reveló detalles críticos sobre las operaciones, los pagos y las rutas de tráfico utilizadas por la organización. Uno de los mensajes clave intercambiados entre Marset e Insfran el 19 de julio de 2020, menciona ciudades como Rotterdam y Amsterdam, destacando los principales destinos de las cargas de cocaína enviadas por la organización. Estos mensajes proporcionaron a las autoridades la información necesaria para rastrear y interceptar los envíos, así como para identificar las empresas y las personas involucradas en la operación.
La sofisticación de la organización
La sofisticación de la organización criminal de Marset e Insfran es evidente en la forma en que manejaban sus operaciones financieras. Utilizaban múltiples mecanismos para blanquear el dinero, incluyendo la transferencia electrónica de fondos a través de casas de cambio y la utilización de intermediarios financieros. Las ganancias se mezclaban en el sistema financiero mediante depósitos y transferencias, lo que hacía difícil rastrear el origen ilícito del dinero. El uso de tokens y códigos de seguridad era una técnica avanzada para asegurar que solo los miembros autorizados pudieran acceder a los fondos. Esta estrategia no solo protegía el dinero, sino que también aseguraba que los pagos se realizaran de manera discreta y segura, sin atraer la atención de las autoridades.
Impacto y consecuencias
La desarticulación de la red de Marset e Insfran ha tenido un impacto significativo en el tráfico de drogas en la región. La interceptación de grandes cantidades de cocaína y la exposición de las tácticas utilizadas por la organización han permitido a las autoridades mejorar sus estrategias de lucha contra el narcotráfico. Sin embargo, el caso también destaca la capacidad de adaptación y la resiliencia de las organizaciones criminales, que continúan encontrando nuevas formas de operar y evadir la detección. La cooperación internacional ha sido crucial en este caso, subrayando la necesidad de esfuerzos coordinados a nivel global para combatir el tráfico de drogas. Las agencias de Paraguay han trabajado estrechamente con sus homólogos en otros países para compartir información y recursos, lo que ha sido esencial para desmantelar esta red compleja y bien organizada.
Conclusión
Sebastián Marset y su socio Miguel Ángel Insfran Galeano representan un ejemplo de la sofisticación y audacia con la que las organizaciones criminales operan en el mundo del narcotráfico. Utilizando tecnología avanzada, una red bien estructurada y estrategias ingeniosas para el blanqueo de capitales, lograron construir un imperio delictivo que, aunque ahora expuesto, deja una marca indeleble en la lucha contra el narcotráfico en Paraguay y más allá. La historia de Marset es una advertencia sobre los desafíos que enfrentan las autoridades en su lucha contra el crimen organizado. A medida que las organizaciones criminales se vuelven más sofisticadas, la necesidad de innovación y cooperación internacional en las tácticas de aplicación de la ley se vuelve aún más crucial. La lucha contra el narcotráfico es una batalla continua que requiere vigilancia constante, recursos significativos y un compromiso inquebrantable para desmantelar las redes que financian y facilitan el tráfico de drogas a nivel global.

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