SU DESTINO EN SUS MANOS: EL RETORNO
Crónicas del Este 13/01/2025 Sociedad
Marcelo Fabani
El rey Odiseo de Itaca (Ralph Fiennes), héroe de la campaña de Troya, ideólogo del ardid del famoso caballo de madera, vencedor de los Cíclopes y otras hazañas más, sobreviviente a las temibles Sirenas y sobre todo frecuente testigo de la intervención en su vida de los dioses, se enfrenta ahora al más temible de los peligros: él mismo.
Después de veinte años luchando, regresa de la Guerra de Troya. Su hazaña trasciende su presencia y aún supuestamente muerto, su valentía y audacia mantiene su figura viva y ha alcanzado el status de leyenda para sus súbditos.
Pero toda esa gloria no lo alcanza en lo íntimo. Abrumado por la culpa de haber sobrevivido a sus guerreros, la marea lo devuelve a las playas de Itaca donde se autoimpone un régimen de silencio y ocultamiento.
Profundamente marcado por sus experiencias, la figura del poderoso rey guerrero que se fue 20 años antes ahora es la de un hombre envejecido, derrotado e incluso irreconocible para sus súbditos.
Su esposa Penélope (Juliette Binoche) está ahora prisionera en su propio palacio, hoy convertido en casi un burdel por los muchos pretendientes ambiciosos del lugar vacío en el trono que dejó el desaparecido Odiseo.
Lo que antes fue la sede del gobierno de Itaca, aquel espléndido palacio de un pueblo orgulloso de su rey, se ha degradado tal y como lo ha hecho el pueblo entero. Un pueblo que ve como no ha sido digno siquiera de que éste se haya quedado a gobernar y en cambio prefirió ausentarse por un guerra que no le incumbía por espacio de 20 años.
El propio hijo de Odiseo y Penélope, Telémaco (Charlie Plummer), se enfrenta a la muerte a manos de los pretendientes que lo ven como una amenaza a sus ambiciones.
La película no hace referencia alguna a las aventuras vividas por Odiseo en esos veinte años excepto la admiración que causó su estratagema del caballo de madera. Y esto no es casualidad ya que lo que se muestra es el retorno a la vida cotidiana donde se construye día a día lo que somos en realidad.
Atrás quedaron los seres mitológicos cuya derrota hacía correr la sangre con la fuerza del orgullo y la victoria. Atrás quedaron las inyecciones de adrenalina de enfrentarse al peligro en mar y tierra. Y también atrás quedaron los primeros años de Telémaco, tanto o más importantes que los primeros años de la degradación de su responsabilidad como rey al frente de su pueblo.
Itaca es una ruina. El reino no tiene rumbo ni esperanza y ese estado de cosas es válido también tanto para lo que queda de la familia real como para el propio Odiseo.
El desaliento y decepción por tal abandono los representa el príncipe, quien al haber crecido la mayoría de los años sin la figura paterna, los expresa con frecuencia tanto verbalmente como en la impericia de sus actos.
Odiseo se enfrentará entonces al mayor reto de su vida: trascender su propio dolor y culpa para no sumir a su familia y a su pueblo en el caos y perder definitivamente a ambos.
Si Telémaco representa la decepción, su madre la reina Penélope representa la dignidad, el estoicismo, la responsabilidad y el amor.
Y ella será el más formidable adversario al que deberá enfrentarse el temible e invencible guerrero Odiseo. Penélope, quien había dilatado la exigida boda prometiendo que se desposaría sólo cuando terminase el sudario de Laertes, al cual venía tejiendo desde hacía tres años y deshaciendo durante la noche. Así pudo burlar a los pretendientes hasta que fue descubierta.
Odiseo debió entonces, derrotar a su orgullo herido y culpa para rescatar a su esposa, salvar a su hijo y asumir definitivamente el liderazgo de su pueblo.
Ayudado por el esclavo Eumeo que lo recogió cuando naufragó y finalmente lo reconoció, se presentó como un mendigo en el palacio y se dio a conocer a Telémaco.
Telémaco tramó un ardid contra los pretendientes junto a su madre. Penélope entregó a éstos el arco de Odiseo y dijo que se casaría con quien lo tensara y lograra hacer pasar una flecha por los orificios de encastre del mango de 12 hachas. Tal proeza determinaría que el ganador sería el sustituto más digno del desaparecido rey.
Como nadie pudo hacerlo, Odiseo reclamó su turno. Tensó el arco, logró la proeza y a partir de ese momento ejecutó la masacre de todos los pretendientes con la ayuda de Telémaco, quien en ese bautismo sangriento recupera la admiración por su padre.
Su más caro deseo, consistente en recuperar a su padre, se ve ampliamente cumplido desde el momento en que ve a Odiseo decidido a actuar como tal, más allá de su condición de héroe y guerrero.
Su familia se recompone, su madre será defendida con la ayuda de Odiseo. Su guía ha llegado y su seguridad comienza a tener sustento con la vuelta de su padre a su condición de tal.
Por su parte Penélope, supera la desazón que le ha causado el amor a la guerra que profesó su esposo. Se conduele de él cuando éste le dice que la guerra está en todas partes, reconociendo la esencia litigante del ser humano y logra perdonar con la fuerza que su amor por Odiseo puede darle.
“El retorno” no es sólo una película basada en la famosa obra de Homero es un potente relato de la dimensión humana aún en un contexto de poder que trasciende al ciudadano común.
Es un relato muy influyente si se lo mira desde el punto de vista de la superación personal a través del desapego de los problemas propios en favor del servicio a los demás.
“El retorno”.
Italia - Reino Unido.
2024.
116 minutos
Dirección: Uberto Passolini
Protagonistas: Ralph Fiennes, Juliette Binoche, Charlie Plummer,

Marcelo Fabani
El rey Odiseo de Itaca (Ralph Fiennes), héroe de la campaña de Troya, ideólogo del ardid del famoso caballo de madera, vencedor de los Cíclopes y otras hazañas más, sobreviviente a las temibles Sirenas y sobre todo frecuente testigo de la intervención en su vida de los dioses, se enfrenta ahora al más temible de los peligros: él mismo. Después de veinte años luchando, regresa de la Guerra de Troya. Su hazaña trasciende su presencia y aún supuestamente muerto, su valentía y audacia mantiene su figura viva y ha alcanzado el status de leyenda para sus súbditos. Pero toda esa gloria no lo alcanza en lo íntimo. Abrumado por la culpa de haber sobrevivido a sus guerreros, la marea lo devuelve a las playas de Itaca donde se autoimpone un régimen de silencio y ocultamiento. Profundamente marcado por sus experiencias, la figura del poderoso rey guerrero que se fue 20 años antes ahora es la de un hombre envejecido, derrotado e incluso irreconocible para sus súbditos. Su esposa Penélope (Juliette Binoche) está ahora prisionera en su propio palacio, hoy convertido en casi un burdel por los muchos pretendientes ambiciosos del lugar vacío en el trono que dejó el desaparecido Odiseo. Lo que antes fue la sede del gobierno de Itaca, aquel espléndido palacio de un pueblo orgulloso de su rey, se ha degradado tal y como lo ha hecho el pueblo entero. Un pueblo que ve como no ha sido digno siquiera de que éste se haya quedado a gobernar y en cambio prefirió ausentarse por un guerra que no le incumbía por espacio de 20 años. El propio hijo de Odiseo y Penélope, Telémaco (Charlie Plummer), se enfrenta a la muerte a manos de los pretendientes que lo ven como una amenaza a sus ambiciones. La película no hace referencia alguna a las aventuras vividas por Odiseo en esos veinte años excepto la admiración que causó su estratagema del caballo de madera. Y esto no es casualidad ya que lo que se muestra es el retorno a la vida cotidiana donde se construye día a día lo que somos en realidad. Atrás quedaron los seres mitológicos cuya derrota hacía correr la sangre con la fuerza del orgullo y la victoria. Atrás quedaron las inyecciones de adrenalina de enfrentarse al peligro en mar y tierra. Y también atrás quedaron los primeros años de Telémaco, tanto o más importantes que los primeros años de la degradación de su responsabilidad como rey al frente de su pueblo. Itaca es una ruina. El reino no tiene rumbo ni esperanza y ese estado de cosas es válido también tanto para lo que queda de la familia real como para el propio Odiseo. El desaliento y decepción por tal abandono los representa el príncipe, quien al haber crecido la mayoría de los años sin la figura paterna, los expresa con frecuencia tanto verbalmente como en la impericia de sus actos. Odiseo se enfrentará entonces al mayor reto de su vida: trascender su propio dolor y culpa para no sumir a su familia y a su pueblo en el caos y perder definitivamente a ambos. Si Telémaco representa la decepción, su madre la reina Penélope representa la dignidad, el estoicismo, la responsabilidad y el amor. Y ella será el más formidable adversario al que deberá enfrentarse el temible e invencible guerrero Odiseo. Penélope, quien había dilatado la exigida boda prometiendo que se desposaría sólo cuando terminase el sudario de Laertes, al cual venía tejiendo desde hacía tres años y deshaciendo durante la noche. Así pudo burlar a los pretendientes hasta que fue descubierta. Odiseo debió entonces, derrotar a su orgullo herido y culpa para rescatar a su esposa, salvar a su hijo y asumir definitivamente el liderazgo de su pueblo. Ayudado por el esclavo Eumeo que lo recogió cuando naufragó y finalmente lo reconoció, se presentó como un mendigo en el palacio y se dio a conocer a Telémaco. Telémaco tramó un ardid contra los pretendientes junto a su madre. Penélope entregó a éstos el arco de Odiseo y dijo que se casaría con quien lo tensara y lograra hacer pasar una flecha por los orificios de encastre del mango de 12 hachas. Tal proeza determinaría que el ganador sería el sustituto más digno del desaparecido rey. Como nadie pudo hacerlo, Odiseo reclamó su turno. Tensó el arco, logró la proeza y a partir de ese momento ejecutó la masacre de todos los pretendientes con la ayuda de Telémaco, quien en ese bautismo sangriento recupera la admiración por su padre. Su más caro deseo, consistente en recuperar a su padre, se ve ampliamente cumplido desde el momento en que ve a Odiseo decidido a actuar como tal, más allá de su condición de héroe y guerrero. Su familia se recompone, su madre será defendida con la ayuda de Odiseo. Su guía ha llegado y su seguridad comienza a tener sustento con la vuelta de su padre a su condición de tal. Por su parte Penélope, supera la desazón que le ha causado el amor a la guerra que profesó su esposo. Se conduele de él cuando éste le dice que la guerra está en todas partes, reconociendo la esencia litigante del ser humano y logra perdonar con la fuerza que su amor por Odiseo puede darle. “El retorno” no es sólo una película basada en la famosa obra de Homero es un potente relato de la dimensión humana aún en un contexto de poder que trasciende al ciudadano común. Es un relato muy influyente si se lo mira desde el punto de vista de la superación personal a través del desapego de los problemas propios en favor del servicio a los demás. “El retorno”. Italia - Reino Unido. 2024. 116 minutos Dirección: Uberto Passolini Protagonistas: Ralph Fiennes, Juliette Binoche, Charlie Plummer,

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