HISTÓRICA REPRESIÓN SINDICAL EN SUPERMERCADO GEANT: “APENAS UN TRABAJADOR SE AFILIA, LE CAMBIAN LOS HORARIOS”
Crónicas del Este 12/09/2025 Política
Estuvimos en diálogo con Martín Rodríguez, delegado de Supermercado Géant e integrante de la dirección de FUECYS, quien relató la realidad que atraviesan los trabajadores tras la llegada del Grupo Calleja, nuevo propietario del Grupo Disco.
—¿Cómo está la situación laboral en Géant, una de las grandes superficies del Uruguay?
—Bastante parecida a lo que siempre fue. La relación con la patronal no cambió mucho, pero en los últimos meses sí se notó un apriete: empezaron los recortes. Cerraron la gerencia de Recursos Humanos, y desde entonces comenzaron con medidas de ajuste de personal.
—¿Podría contar lo sucedido recientemente con una trabajadora de fiambrería?
—Sí. Una compañera se cortó un dedo mientras trabajaba. Como siempre, debía trasladarse al Banco de Seguros del Estado. Hasta ahora, desde hacía más de cinco años existía un acuerdo con la empresa: todo trabajador accidentado era trasladado en taxi. Nunca hubo problema. Sin embargo, esta vez decidieron mandarla en ómnibus, ni siquiera le dieron dinero para el pasaje. La atendieron en la enfermería del local, donde los primeros auxilios se los dio un guardia de seguridad. Después, una empleada de Recursos Humanos resolvió que no correspondía pagarle un taxi.
—¿Dónde ocurrió este hecho?
—En Géant Parque Roosevelt. Desde allí hasta el BSE hay más de una hora de viaje en ómnibus y la trabajadora tenía un corte profundo, sin saber si podía tener alguna complicación, incluso siendo diabética o con riesgo de desmayo. Fue una irresponsabilidad. La empresa nos dijo que a partir de ahora cada caso será “evaluado” por Recursos Humanos, en vez de mantener el criterio general de traslado en taxi.
—¿Estos incidentes son frecuentes?
—En el último mes hubo cinco cortes en carnicería. Cuatro trabajadores fueron trasladados en ómnibus y uno solo en taxi, luego de que interviniéramos como sindicato. Esto ocurre por falta de capacitación: se pone a compañeros sin experiencia a trabajar con cuchillos de carnicero, extremadamente filosos. La empresa prohíbe que usen la sierra eléctrica sin capacitación —lo cual es correcto—, pero aun así los hacen manipular cuchillas sin entrenamiento. Es un disparate.
—Además de la seguridad laboral, ¿qué otros problemas enfrentan?
—El tema del comedor. En Parque Roosevelt nos han informado que se usa comida en dudoso estado, retirada de vitrinas, para preparar el menú de los trabajadores. Cuando logramos afiliar a un compañero en la rotisería de ese local, fue cambiado misteriosamente de sector para que no nos informara más.
—¿Y en cuanto a los horarios y descansos?
—Ese es uno de los grandes problemas. Pedimos estabilidad horaria en el Consejo de Salarios, pero la empresa cambia turnos de un día para otro. El Día del Padre, por ejemplo, se decidió a último momento que el local cerraría a las 23:00. Eso afecta a muchos compañeros que viven lejos, como los que viajan desde el Cerro hasta Parque Roosevelt. Cuando pedimos traslados a locales más cercanos, se niegan.
—¿Existe represión sindical?
—Sí, es histórico. Apenas un trabajador se afilia, le cambian los horarios, le atrasan la licencia —que siempre termina siendo después de junio—, y le hacen la vida más difícil. Es una forma de presión para que la gente no se acerque al sindicato.
—¿Cómo impactan estas condiciones en la rotación de personal?
—La rotación es altísima. Muchos se van por agotamiento, y hay decenas de certificados por problemas de salud mental. La inestabilidad horaria desorganiza la vida de los trabajadores, especialmente de las madres solteras que tienen niños a cargo.
—¿Cuál es el salario promedio?
—Varía según la carga horaria. Hay contratos de 4, 6 y 8 horas. Los que trabajan 8 horas rondan los $24.000 a $28.000 líquidos, aunque muchos terminan cobrando menos porque la empresa ofrece un “plan funcionario”: un crédito para comprar en el supermercado sin recargo. Al final, cuando descuentan esas compras, hay compañeros que llevan a su casa apenas $8.000 o $10.000. Es una trampa.
Los contratos de 4 y 6 horas pagan menos, en torno a $20.000 líquidos, y hay quienes solo trabajan viernes, sábado y domingo. El presentismo también afecta: si un trabajador falta o llega tarde pierde ese beneficio.
—¿Con quién negocian ustedes estas condiciones?
—Con la gerencia de Recursos Humanos del Grupo Disco. Allí negocian todos los sindicatos del grupo: Géant, Disco y Devoto.
—¿Qué reclaman actualmente?
—En el Consejo de Salarios presentamos una plataforma con reclamos básicos: pedimos apenas un punto porcentual por encima de la pauta. Nada del otro mundo. La próxima semana tendremos la respuesta de las empresas, y si no hay avances, ya estamos planificando medidas de lucha para octubre.
—¿Tienen idea de cuánto recauda un local como Géant en un día?
—No, nunca nos dan esos números. Pedimos informes de productividad para discutir con base en datos, pero la empresa jamás los brinda.
Estuvimos en diálogo con Martín Rodríguez, delegado de Supermercado Géant e integrante de la dirección de FUECYS, quien relató la realidad que atraviesan los trabajadores tras la llegada del Grupo Calleja, nuevo propietario del Grupo Disco.
—¿Cómo está la situación laboral en Géant, una de las grandes superficies del Uruguay?
—Bastante parecida a lo que siempre fue. La relación con la patronal no cambió mucho, pero en los últimos meses sí se notó un apriete: empezaron los recortes. Cerraron la gerencia de Recursos Humanos, y desde entonces comenzaron con medidas de ajuste de personal.
—¿Podría contar lo sucedido recientemente con una trabajadora de fiambrería?
—Sí. Una compañera se cortó un dedo mientras trabajaba. Como siempre, debía trasladarse al Banco de Seguros del Estado. Hasta ahora, desde hacía más de cinco años existía un acuerdo con la empresa: todo trabajador accidentado era trasladado en taxi. Nunca hubo problema. Sin embargo, esta vez decidieron mandarla en ómnibus, ni siquiera le dieron dinero para el pasaje. La atendieron en la enfermería del local, donde los primeros auxilios se los dio un guardia de seguridad. Después, una empleada de Recursos Humanos resolvió que no correspondía pagarle un taxi.
—¿Dónde ocurrió este hecho?
—En Géant Parque Roosevelt. Desde allí hasta el BSE hay más de una hora de viaje en ómnibus y la trabajadora tenía un corte profundo, sin saber si podía tener alguna complicación, incluso siendo diabética o con riesgo de desmayo. Fue una irresponsabilidad. La empresa nos dijo que a partir de ahora cada caso será “evaluado” por Recursos Humanos, en vez de mantener el criterio general de traslado en taxi.
—¿Estos incidentes son frecuentes?
—En el último mes hubo cinco cortes en carnicería. Cuatro trabajadores fueron trasladados en ómnibus y uno solo en taxi, luego de que interviniéramos como sindicato. Esto ocurre por falta de capacitación: se pone a compañeros sin experiencia a trabajar con cuchillos de carnicero, extremadamente filosos. La empresa prohíbe que usen la sierra eléctrica sin capacitación —lo cual es correcto—, pero aun así los hacen manipular cuchillas sin entrenamiento. Es un disparate.
—Además de la seguridad laboral, ¿qué otros problemas enfrentan?
—El tema del comedor. En Parque Roosevelt nos han informado que se usa comida en dudoso estado, retirada de vitrinas, para preparar el menú de los trabajadores. Cuando logramos afiliar a un compañero en la rotisería de ese local, fue cambiado misteriosamente de sector para que no nos informara más.
—¿Y en cuanto a los horarios y descansos?
—Ese es uno de los grandes problemas. Pedimos estabilidad horaria en el Consejo de Salarios, pero la empresa cambia turnos de un día para otro. El Día del Padre, por ejemplo, se decidió a último momento que el local cerraría a las 23:00. Eso afecta a muchos compañeros que viven lejos, como los que viajan desde el Cerro hasta Parque Roosevelt. Cuando pedimos traslados a locales más cercanos, se niegan.
—¿Existe represión sindical?
—Sí, es histórico. Apenas un trabajador se afilia, le cambian los horarios, le atrasan la licencia —que siempre termina siendo después de junio—, y le hacen la vida más difícil. Es una forma de presión para que la gente no se acerque al sindicato.
—¿Cómo impactan estas condiciones en la rotación de personal?
—La rotación es altísima. Muchos se van por agotamiento, y hay decenas de certificados por problemas de salud mental. La inestabilidad horaria desorganiza la vida de los trabajadores, especialmente de las madres solteras que tienen niños a cargo.
—¿Cuál es el salario promedio?
—Varía según la carga horaria. Hay contratos de 4, 6 y 8 horas. Los que trabajan 8 horas rondan los $24.000 a $28.000 líquidos, aunque muchos terminan cobrando menos porque la empresa ofrece un “plan funcionario”: un crédito para comprar en el supermercado sin recargo. Al final, cuando descuentan esas compras, hay compañeros que llevan a su casa apenas $8.000 o $10.000. Es una trampa. Los contratos de 4 y 6 horas pagan menos, en torno a $20.000 líquidos, y hay quienes solo trabajan viernes, sábado y domingo. El presentismo también afecta: si un trabajador falta o llega tarde pierde ese beneficio.
—¿Con quién negocian ustedes estas condiciones?
—Con la gerencia de Recursos Humanos del Grupo Disco. Allí negocian todos los sindicatos del grupo: Géant, Disco y Devoto.—¿Qué reclaman actualmente?
—En el Consejo de Salarios presentamos una plataforma con reclamos básicos: pedimos apenas un punto porcentual por encima de la pauta. Nada del otro mundo. La próxima semana tendremos la respuesta de las empresas, y si no hay avances, ya estamos planificando medidas de lucha para octubre.
—¿Tienen idea de cuánto recauda un local como Géant en un día?
—No, nunca nos dan esos números. Pedimos informes de productividad para discutir con base en datos, pero la empresa jamás los brinda.
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